Sunday, December 17, 2006

ICONOS


A veces las fotografías adquieren el valor de icono, algo en que nos reconocemos o por lo menos en una manera de exteriorizar algo que llevamos muy dentro y no sabemos cómo expresar.
Este valor solamente se da con el tiempo y es ajeno a la voluntad de su creador, que bien puede haber tenido otra intención al tomar la foto.
Se convierte en algo parecido a una melodía que tarareamos sin importarnos el nombre del compositor, simplemente nos apoderamos de ella.
Pienso entonces en la imagen más conocida y emblemática del dictador que acaba de morir, aquella tomada poco después del golpe con anteojos oscuros y gesto taimado. Esa fotografía ha encarnado desde entonces la crueldad, y ninguna de las miles de imágenes donde aparece de abuelito con perla en la corbata ha podido borrarla, ya que simplemente en nuestra memoria él se convirtió en aquella primera imagen.
El autor de la fotografía es el holandés Chas Gerretsen con quien conversé hace un par de años en el Museo de Fotografía de Holanda, revisando las pruebas de contacto de lo que había tomado en Chile en los días del golpe. Afectado de un grave cáncer a la piel había regresado a Holanda buscando un desesperado tratamiento.
Retirado desde hace muchos años me habló con cierto desprecio de la Unidad Popular, repitiendo ciertas consignas del tirano.
¿Pero cómo? pensé extrañado ¿El autor de la imagen que tanto ayudó a que los de la junta no pudiesen tener aura de liberadores era tan de derecha como ellos?
Un poco sí.
Su imagen fue editada por el creador de la agencia Gamma, Robert Pledge (que había estado en Chile en 1971) junto con las fotos de los campesinos del sur, del francés Raymond Depardon y las de la represión del golpe, por el estadounidense David Burnett. En esa inteligente edición, que se tradujo en un libro, aparecían las víctimas y el torturador, encarnado a la perfección con los anteojos oscuros y el gesto despreciativo de la boca.
¿ Era lo que había querido Chas Gerretsen ? Seguramente no, pero he aquí que su imagen había adquirido un valor no buscado que superaba toda su anterior vida de fotógrafo en los horrores de Vietnam.
Poco después colgó las cámaras viviendo desde entonces como guía turístico de un improbable paraíso, ayudado por los derechos de autor de una imagen que lo superaba.
Nadie sabe qué pasará con las fotos que tomamos hoy, ni los fotógrafos ni menos los críticos que reparten premios y bendiciones. En esto la fotografía es única ya que detiene el tiempo, pero éste cobra su precio.

1 Comments:

Blogger BELMAR said...

Esta fotografía ya es un clásico del terrorismo de todos los tiempos...

9:51 AM  

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