Sunday, June 14, 2015

Magnum?

Años que llevo de abandono de este blog, muchos que lo seguían ya lo habrán dejado en el olvido, pero aquí estoy otra vez, crítico y supongo que lúcido.
         Veamos por dónde empezar.
         Lo mas reciente supongo.
         La semana que termina, Magnum, la agencia de foto fundada en 1947 por Cartier-Bresson, Capa, Seymour y Rodgers, ofreció con gran despliegue de bombos y platillos la oferta única de vender fotos de gran parte de los miembros de la agencia al precio único de 100 Euros cada una. ¡Qué ocasión para una colección!
         Pero… al leer la letra chica…apareció que se trataba de copias impresas en digital y no de originales ampliados aunque fuera por el laboratorista de la agencia en papel fotográfico fibra, como debe ser. Vale decir, se trataba de postales impresas a un precio disparatado, es como ofrecer a la venta la fotocopia de un billete de banco a cincuenta veces su valor.
         ¿ Qué pasa Magnum? ¿ Está mal la economía de la agencia o es producto del daño inevitable por la incorporación de figuras funestas como Martin Parr ?
         Hacia fines de los sesenta ya Cartier-Bresson les había enviado una carta renunciando a pertenecer a un grupo que según sus palabras había extraviado el rumbo y nada tenía que ver con el espíritu de sus fundadores.
         Sergio Larraín sufrió las imposiciones de trabajos superficiales y en total incomprensión de su visión personal, su poética fue totalmente incomprendida y trataron de hacer un paparazzi rentable. Ellos fueron en gran parte los responsables de su alejamiento de la fotografía. Aún recuerdo las palabras de desprecio de una encargada de la agencia al referirse a las últimas fotos de Sergio, trabajo aún no entendido y casi no visto.
         ¿ Qué hacen ahí todavía Abbas o Koudelka ? De este último comienzo a perder interés en seguir su obra a la vista de los últimos paisajes mostrados, efectistas y externos.
         Quizás habrá que rendirse a la evidencia que vivimos la decadencia de la fotografía.


Sunday, August 23, 2009

Nueva exposición Taller+Luz


Las técnicas de la fotografía tienen que ver necesariamente con técnicas industriales y por eso tendemos a creer que una nueva herramienta técnica significa un paso adelante en la esencia de su lenguaje.
Se nos ha querido deslumbrar con efímeras novedades que presuntamente desplazarían nuestra alquimia, muchas veces o casi siempre con peores resultados estéticos.
Son las miradas particulares las que han enriquecido la fotografía.
Los primeros fotógrafos en el siglo XIX hablaban de un espejo de la naturaleza, más tarde se habló de espejo con memoria en lo que sería la primera diferenciación con las artes plásticas.
En el siglo que recién dejamos atrás los fotógrafos hablaron de un espejo que te devolvía la mirada, a veces con una interrogante.
Hoy los invito a cruzar el espejo y mirar al otro lado.
Ser fotógrafo es mirar de una forma especial. Basta la mirada pues la cámara sólo registra aquello que después compartiremos. Estos trozos de papel son registros de una mirada particular en un momento especial, de una atmósfera que se encuentra con un recuerdo incontrolable que nos obliga a pulsar el disparador, en un acto ya no de muerte sino al contrario, que preserva la vida màs allá de ella misma.
Los fotógrafos presentes en esta muestra se han hermanado con Cartier-Bresson, Callahan, Atget, Weston, Chambi, Evans, Sauré, Quintana y una larga lista que forma nuestro árbo, genealógico, la de aquellos que como dice Sergio Larraín: "Cuando paseo la mirada por fuera con el rectángulo en la mano, es en mi interior que yo busco."
Este laberinto de espejos que se presentan mañana en la exposición, permite pues las diferentes miradas fotográficas, espejo que interroga y que invita a ser atraveado.


La exposición Taller+Luz se inaugura mañana lunes 24 de agosto a las 19:00 horas en el Restaurant Fiorita, Avenida La Florida 8961, La Florida

Friday, November 14, 2008

Postales de Chile, 2008


Llegué aquel día de marzo de 1985. Luego de una ausencia de doce años volvía a Santiago lleno de esperanzas y temores. La búsqueda de lo quizás ya no existía y los fantasma de la memoria acechando en cada esquina.
A las pocas horas del arribo, la tierra empezó a temblar , largo y fuerte como pocas veces recordaba. Las primeras noticias hablaban en la radio de la destrucción en el sector llamado un poco despectivamente “Santiago antiguo” que para mí era el de mi infancia y de los recuerdos de las largas caminatas nocturnas con mi profesor de teatro Eugenio Guzmán , con Victor Jara y a veces solo, rumiando una pena de amor.
Tomé la cámara de placas con formato de 4 X 5 pulgadas , con fuelle y un aspecto de otro siglo. No me importaron ni el peso ni el volumen, no se porqué escogí esa herramiento en lugar de algo pequeño y portátil, pero salí a recorrer esas entrañables calles y encontrarme con los destrozos.
Apareció la belleza de la destrucción, la desgracia en suspenso, la ciudad sin habitantes y fotografié como si todo fuese un decorado teatral, frontalmente casi siempre y sin personajes. Luego recorrí San Antonio, Valparáiso y pueblos costeros.
Al poco expuse las fotos con el título que ahora recupero. Pasó la exposición,como casi siempre , desapercibida . Solo el ojo y la sensibilidad de Enrique Lihn percibieron algo mas allá de la crónica en esas fotos.
Y ahí quedaron guardados los negativos por más de veinte años, esperando no se qué.
Sabía que ahí estaban pero ni siquiera quería mirarlos, menos aún ampliarlos ya que las copias de la exposición las había perdido en uno de los numerosos cambios de casas y países.Eso sí el manuscrito de Lihn, enmarcado, me acompañaba en los muros.Su escritura como imagen o como recuerdo quizás de unas imagenes.
Ahora, recién hace poco , he vuelto a ver los negativos y me preparo a una exposición de esas fotos, las fotos de las postales de mi regreso a un país que yo veía en ruinas, pero no de la arquitectura. Ruinas de lo que recordaba como identidad. Una cierta modestia, siempre fuimos un país pobre y solidario, reemplazados por codicia individualista , un ejército que se comportaba como un ejército de ocupación en territorio enemigo, tribunales de justicia que amparaban la cobardía de sus jueces y muchos de los valores republicanos y laicos que había aprendido en colegios y universidad reemplazados por la compraventa de títulos profesionales.
Quizás el mayor daño de la dictadura fué la destrucción de esa pequeña identidad creada desde la colonia. Ahora somos travestis de ciudadanos de otros lugares, parodias ambulantes

Postales de Poirot


Con el título de “Postales de Chile”, asistimos al espectáculo de lo que, quizá, nunca vimos y que nunca volveremos a ver. Al friso del terremoto del 3 de marzo de 1985, no menos histórico que el de Valparaíso (1906) o el de Chillán, en 1938, para nombrar solo a los que pertenecen a la leyenda. A nuestra historia negra. Las postales,en general, son souvenirs, simulacros convencionales de los monumentos históricos que constituyen la gloria de un paisaje y garantizan la continuidad histórica de un país. Padecen de irrealidad y presuponen el mal gusto. Su timbre es el kitsch y el escudo nacional: su función de casi siempre, elevar la propia aldea a la altura del mundo.
Las postales de Poirot, en cambio, son espléndidos testimonios de nuestra ruina, de un verismo sin par, aún tratándose de fotografías. El catastro de una catástrofe. Documentan la discontinuidad a la que parece condenada la historia de un país asolado por los desastres naturales y sociales. Cómo, así mismo, la provocación a esa discontinuidad por parte de una cuidad como de utilería que hizo palacios de barro maquillado de emblemas y ornamentos de estuco; que elevó, hasta el día de ayer, iglesias góticas de una patética falsedad, con palos y adobes.
Las fotografías de Poirot rescatan en lo visual esa monumentalidad intrínsecamente fallida, construída, a veces, con la negrigencia secreta de obreros mal pagados y no especializados. Pagada de su apariencia mimética. Ahora, al menos, todas esas ruinas, que también por negligencia siguen en pie, son imágenes de todo el gusto de arquitectos y pintores. Hablan, también, según una estética fotográfica articulada, de la realidad nacional a los nuevos especialistas de la misma, sin distinción de campos. Imágenes que son materiales de construcción para sociólogos e historiadores.
Para escenificar el desastre Poirot procedió con una técnica teatral de la imagen, excluyendo a los actores humanos, limitándose a la humanidad escenográfica. Hizo uso de una cámara para placas de 9x12 centímetros (la cámara lúcida del renacimiento más la fotografía) diseñada para captar sin gran angular, amplios panoramas no deformados. Demás está ponderar las excelencias técnicas de las imágenes así obtenidas con un tipo de máquina que conocieron los antiguos fotógrafos paisajistas y que ahora emplean las agencias de publicidad.
Postales de Chile es la potenciación, por otra parte, del voyerismo inmanente a la relación de la fotografía con lo real. El niño destruye un insecto o un juguete para ver qué hay dentro. El autor de estas postales, después de lamentar el terremoto, lo aprovecha para clavar el ojo de su cámara en lo que refracta, normalmente, toda visión: La interioridad global de la casa, dramatizada aquí por los rastros de la vida doméstica. La compuesta monumentalidad de estas ruinas es fotográficamente opuesta al reportaje gráfico, rápido y casual, por ejemplo, de una cuidad bombardeada. La destrucción es ofrecida a una suerte de reflección. Un paisaje urbano de mausoleos vivientes que ausenta a sus habitantes, dándoles a pensar.

Enrique Lihn
Revista Cauce, Santiago 1986

Tuesday, May 20, 2008

Pequeñeces de Grandes Hombres

Tendemos a igualar la calidad de la obra de un creador con sus virtudes éticas, creando una ecuación que la mayoría de las veces no es correcta. Duele mucho comprobarlo, pero el género humano es así.
Conocemos la gran obra del peruano Martín Chambi, especialmente los retratos de sus hermanos indígenas en el estudio de Cuzco, sacados de contexto y con la dignidad que también habían mostrado Nadar y Sander. Estamos lejos de ese retrato paternalista del “indiecito” o el “buen salvaje” visto especialmente por los europeos.
Sus fotografías, muy conocidas por sus contemporáneos en Cuzco, fueron ignoradas en el resto del continente y en el mismo Perú. Para qué hablar de las supuestas capitales culturales, que han escrito historias de la fotografía que solamente acontecen en USA o Europa. Creo recordar que a finales de los '70 vi las primeras imágenes de Chambi en una exposición en la Photographers Gallery. El ya había muerto hacía un tiempo y un fotógrafo, de paso por Cuzco, descubrió su legado por casualidad.
Pero su descubrimiento podría haber ocurrido de otra forma, y Chambi podría haberse apreciado años antes para que todos admirásemos esa mirada única.
A mediados de los '40, el norteamericano Irving Penn, que recién comenzaba sus andaduras en las páginas editoriales de las lujosas revistas, fue a hacer fotos de moda a Cuzco. Conoció el estudio de Chambi y sus fotos, se lo alquiló por algunas semanas y repitió lo que ya Martín había fotografiado sin decir agua va.
¿Porqué hasta el día de hoy, famoso y adorado por museos y coleccionistas, oculta el origen de la serie mas importante de retratos de toda su vida? ¿Cómo no fue capaz de dar a conocer el trabajo de Chambi? ¿Cuánto le habría servido un estímulo a su callado trabajo?
Algunas veces las influencias ocurren desde el sur hacia el norte, pero quedan en silencio.
Cartier-Breson , como muchos otros, ocultó la influencia, que a veces llegó casi al plagio, de las fotografías de Kertesz, auténtico padre creador de la fotografía como mirada personal.
Él, refugiado en USA durante la segunda guerra mundial, pasó largos años trabajando en una fotografía que no le interesaba, ignorado por colegas y museos americanos.
Hubo que esperar casi cuarenta años para reencontrar sus fotografías.
Todos, todos somos deudores de Kertesz y Chambi , aunque durante largo tiempo no conocimos sus obras, sólo la versión de los imitadores.

Las fotos de Martin Chambi, André Kertesz, Cartier-Bresson e Irving Penn se pueden apreciar en google images.

Monday, April 14, 2008

Las rocas del cementerio de Zapallar y Papudo


Quizás el hallazgo mas impactante a mi regreso a Chile en 1986, fue descubrir las rocas cercanas al cementerio de Zapallar y Papudo.
En esos días los fotógrafos recorrían frenéticos las calles del centro mostrando las palizas de los carabineros a los manifestantes contrarios a la dictadura. Yo me sentía un poco trajinado por la vida para seguir en eso que ya había hecho en los 70 en Chile y desde el 76 en Barcelona. Comenzaba a preguntarme si esas fotos eran reflejo de la dictadura o simplemente lo propio del actuar policial en cualquier país.
El encuentro con las rocas para mi fue un choque de fuerzas en otra escala de tiempo. Un amigo geólogo me habló de la ruptura del continente en ese punto de Zapallar, tal vez eso es lo que le daba a aquellas piedras aquel carácter especial.
He vuelto cada año y siempre encuentro algo distinto, voy con los alumnos del taller e intento trasmitir la admiración por ese lugar que debería ser patrimonio nacional, con prohibición de continuar con las casas que ya amenazan el paisaje. Un lugar para simplemente sentarse a mirar y respirar profundo.
En la costa de California existe un lugar de la misma formación geológica, casi igual pero no tan extenso, llamado “Punta de Lobos” famoso por las fotografías de Edward Weston, Brett Weston, Adams y otros muchos que encontraron en sus formas inagotables material de trabajo también inagotable. Los norteamericanos las han declarado patrimonio nacional y sólo se puede visitarlas imbuidos de respeto por la belleza de la naturaleza.
¿ Y nosotros en Chile ?
Muchos que tienen casas en Zapallar o Papudo las desconocen.

Hay que visitarlas, admirarse con ellas y correr la noticia, para que nadie nunca intente lotearlas o cerrarles el paso.

Sunday, March 02, 2008

Después de un silencio


Después de un silencio, retomo el hilo del monólogo.
A las personas que me han escrito al blog...gracias y me gustaría contestarles pero los misterios de la computación me bloquean sus remitentes. Por favor escríbanlos para que este monólogo sea un diálogo a seguir.

Me reprochan los amigos el silencio en el blog. No es descuido, pero estoy en la mitad del proceso de creación de una exposición y lleno de preguntas e inseguridades, tomando fotos que no sé a dónde me llevarán, si es que me llevan a alguna parte en el mejor de los casos. Soy lento de ideas, como decía Neruda, y un proceso de estos puede tomarme un par de años.

Aquí va una foto

Sunday, August 12, 2007

El general bajito


Todos tenemos un pasado.

Un momento del pasado que tratamos de olvidar.

El mío fue mi estadía de tres años y un día en la Ecuela Militar.

Tenía catorce años recién cumplidos y mi padre creyó que de esa manera tendría un carácter mas fuerte del que adivinaba. El había partido a la segunda guerra mundial como voluntario de los Franceses Libres con de Gaulle y su padre había peleado en la primera siendo oficial de reserva. Una larga tradición que yo no quería perpetuar pero en esos años uno hacía lo que el padre decía sin protestar.

El shock vino a los minutos de quedar yo y mis compañeros solos en el patio con los brigadieres (alumnos mas antiguos) una vez que nuestras familias se habían despedido y el gran portón se había cerrado. ¡¡¡Al suelo mierda !!! Esa fué la exclamación del brigadier bajito que minutos antes había sido como un hermano mayor. Desconcertados miramos nuestros flamantes trajes, el mío comprado la víspera en Falabella de la calle Ahumada con un crédito a no sé cuántos meses. ¡¡¡Al suelo pedazos de mierda!!! bramó nuevamente aquel brigadier.

El suelo del patio central lleno de barro, en el que sin razón comenzamos a arrastranos, fue la primera lección de la milicia. Nos querían decir que a partir de ese momento eramos nada, sin voluntad o iniciativa, sujetos al despotismo más absoluto y la dignidad perdida para siempre.

Esa era la llamada "disciplina" de un ejército decimonónico, solo carne de cañón, del que disfrutaba aquel brigadier bajito.

Algunos compañeros enloquecieron con la tensión diaria de ser culpables de algo que no sabíamos, pero cuyo castigo caería en algún momento inesperado.

Pasaron tres años y pude salirme pretextanto una enfermedad (pielitis en los riñones ????). Pasaron muchos años antes de curarme, aunque fuera parcialmente, del horror. Por eso cuando vino el golpe ya sabía lo que se aplicaría a nivel de país.

El brigadier bajito fue escalando, estudió en Panamá cómo eliminar a sus compatriotas, y olvidar que esas armas le habían sido dadas en un pacto con la sociedad civil, pero no para dirigirlas contra esa misma sociedad.

Siguió bajito el brigadier, pero cada vez más perro rabioso.

Fue parte de la Dina y hoy está condenado por una serie de asesinatos, de los que pretende defenderse diciendo que era un empleado público que siguió órdenes. La misma tentativa defensiva de los nazis. Olvidaba que en los reglamentos existe un término, una palabra ante una orden considerada injusta o arbitraria, especialmente para un oficial : representar la orden verbal y por escrito para dejar constancia de la disconformidad. ¿Acaso representó alguna vez una orden de matar, torturar o hacer desaparecer un ciudadano ?

Estudió para comando y fuerzas especiales, para poder esconderse en las faldas de una amiga en Vitacura, finalmente fue detenido sin que pudiera dar un mordizco.

Triste y trágico para el brigadier bajito llegar al final de la vida habiendo sido engañado por sus superiores y por las academias extranjeras donde estudió con ahinco la doctrina del enemigo interior, monstruosa deformación de la vida política de un país.

Y ahí está en la perrera, con otros animales peligrosos como él y para recordarnos que el perro que ladra a veces también muerde.
General bajito Iturriaga: ustedes no pertenecen a un orden especial, a algo diferente del resto de la sociedad, no son especiales, forman parte de un todo que se llama país, donde cada uno cumple una función en armonía con el todo. El amor al país y lo que llaman ostentosamente honor, está en todos, no es un priviliegio de los que visten con botones dorados. Equivocó su camino al convertir el ejército de todos en fuerza de ocupación de algunos.

Te recuerdo Víctor


Conocí a Víctor a mediados del año 1959, aunque más bien debería decir que conocí primero su trabajo: la dirección de la obra de teatro “Un parecido a la felicidad”, de su compañero de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, Alejandro Sieveking.
Los “Festivales de alumnos” nos permitían encarar todas las fases de una producción teatral sin ayuda de los profesores. Yo cursaba primer año y Víctor estaba en el tercero de actuación, estudio necesario para poder seguir los dos años de dirección.
El estreno fue una revelación para todos los que asistimos. La obra, escenografía, actuación y especialmente la sutileza y profundidad de la dirección revelaban una nueva etapa en el teatro chileno. Tanto así, que poco después ocuparon la cartelera oficial del Teatro Experimental, recinto de nuestros profesores; y salieron en gira oficial por toda sudamérica. Nunca antes o después un montaje de alumnos alcanzaría tal repercución en estudiantes y profesores, público y crítica.
Le pedí trabajar como su ayudante en los montajes que debería hacer para completar sus estudios, y lo acompañé también en su primer trabajo profesional “Animas de día claro” del mismo Sieveking. En los ensayos se fue forjando una amistad curiosa, mitad confidencias y mitad silencios pudorosos de su parte. Al terminar la jornada, tarde en la noche, caminábamos por la Alameda veinte o más cuadras hasta donde yo vivía, discutiendo problemas del montaje y de nuestras vidas sentimentales. Escuchó con infinita paciencia mis torturados amores por una compañera y escuché de a poco, frase a frase cada día, su gran amor por nuestra profesora de expresión corporal, Joan Turner (antes que fuera Joan Jara).

En uno de esos ensayos una actriz debía cantar una tonada tradicional campesina y no daba con el tono ni la intención. Víctor tomó la guitarra y nos dejó boquiabiertos con su canto. Los comentarios de todo el equipo fueron unánimes: debería grabar un disco solo en lugar de formar parte de ese coro anónimo del conjunto “Cuncumén”. Modesto y pudoroso, no atinaba a creernos las alabanzas por su valor como solista. Creo que aquella tarde oí por primera vez “ Paloma quiero contarte” dedicada en silencio a Joan.
Solamente años más tarde supe que después de nuestras caminatas nocturnas, Victor volvía al teatro, donde el nochero lo dejaba dormir en alguna cama de escenografía. Tan pobre era y tanto su amor por la creación artística, que asumía sacrificios sin queja o comentario, simplemente no eran tema.
Luego, al preparar su primer disco, me pidió que hiciéramos las fotos de la portada. Yo recién iniciaba mi trabajo como fotógrafo y no sabía revelar ni ampliar, sólo contaba con una cámara de lente fijo. Salimos a caminar (otra vez) un domingo en la mañana por el barrio donde yo vivía entonces, bordeando el río Mapocho. Hoy miro con emoción esos negativos en que aparece Víctor visto por mis ojos y yo retratado por él en la misma tira de negativos.
Nuestros destinos fueron cruzándose y descruzándose hasta aquel septiembre de 1973. Salí de Chile un mes después del golpe, a casa de mi padre en París. A las pocas semanas la televisión francesa trasmitió un recital de Joan Baez y en el medio de tantas canciones que habían acompañado mi juventud, interpretó en castellano “Te recuerdo Amanda”. Surgió de mí, del fondo de no sé dónde, un sollozo y un rugido. Eran las lágrimas que había contenido por la muerte de tantos, por Víctor, Neruda, Allende, por la muerte de las esperanzas de una sociedad solidaria.
Crecimos con las palabras de la Constitución de 1925 “Nadie puede atribuirse poderes que no estén expresamente dados por esta constitución” Creímos en la independencia de la justicia y en Fuerzas Armadas que respetaban a sus compatriotas y que por ninguna razón dirigirían sus armas contra nosotros .
Todo quedó destruído y sepultado aquel 11 de septiembre de 1973. La cobardía de los jueces nos llevó a no confiar en los tribunales y llegar casi al límite de la barbarie, a un ojo por ojo para arreglar cada uno sus propios conflictos. Las fuerzas armadas seguirán siendo vistas con desconfianza por décadas, como si de fuerzas de ocupación se tratara, y la educación transformada en negocio próspero para vender títulos....El daño ha sido enorme y casi no reconozco el país donde crecí, el país que posibilitó el surgimiento de Neruda, Gabriela Mistral, Matta, Arrau, Violeta Parra y de Víctor.
Pasamos de una sociedad solidaria a una individualista y sin memoria . Hoy los responsables de tantos crímenes están en el parlamento, en las universidades y medios de comunicación. La impunidad ha sido casi completa y aún no se procesa y condena al asesino de Víctor, que hasta hace muy poco trabajaba en un organismo estatal.
¿Cambiará algo con la muerte del dictador? Esperemos que sí, que con él quedará enterrado también el matonaje de las armas frente a la sociedad civil.
La juventud intuye más que sabe que se le ha escamoteado la historia, que la Unidad Popular no es aquello que la derecha ha contado por años y que la izquierda ha callado. Por esto apelan de manera casi instintiva a las figuras de Víctor Jara y Neruda, a lo mejor de nosotros como pueblo.
Recuerdo la exposicíón fotográfica que presenté en 1997 en el Museo Nacional de Bellas Artes. Con el título de “Ropa Tendida” recorría imágenes de Chile desde mis inicios como fotógrafo en 1964. Las salas se llenaron frente a las más de trescientas cincuenta fotos que la juventud sentía el album de familia que se creía perdido, y que aparecía llevándoles la presencia de un país desconocido para ellos. La romería constante durante tres meses obligaba a veces a cerrar las salas por que no cabían más visitantes.
Los militares habían destruído todos los archivos gráficos, las películas, los libros y discos de esa época, creyendo así borrar nuestro pasado; pero así como los cádaveres de los detenidos desaparecidos aparecen cada cierto tiempo, así reaparecen también las imágenes y las canciones de Víctor Jara, ya no solamente nuestro patrimonio, sino aquel de todos quienes buscan la verdad de la poesía y el arte frente a la barbarie.
No puedo escribir objetivamente, la emoción me gana, pero quizá sea mejor y dejésmolo así.