El general bajito

Todos tenemos un pasado.
Un momento del pasado que tratamos de olvidar.
El mío fue mi estadía de tres años y un día en la Ecuela Militar.
Tenía catorce años recién cumplidos y mi padre creyó que de esa manera tendría un carácter mas fuerte del que adivinaba. El había partido a la segunda guerra mundial como voluntario de los Franceses Libres con de Gaulle y su padre había peleado en la primera siendo oficial de reserva. Una larga tradición que yo no quería perpetuar pero en esos años uno hacía lo que el padre decía sin protestar.
El shock vino a los minutos de quedar yo y mis compañeros solos en el patio con los brigadieres (alumnos mas antiguos) una vez que nuestras familias se habían despedido y el gran portón se había cerrado. ¡¡¡Al suelo mierda !!! Esa fué la exclamación del brigadier bajito que minutos antes había sido como un hermano mayor. Desconcertados miramos nuestros flamantes trajes, el mío comprado la víspera en Falabella de la calle Ahumada con un crédito a no sé cuántos meses. ¡¡¡Al suelo pedazos de mierda!!! bramó nuevamente aquel brigadier.
El suelo del patio central lleno de barro, en el que sin razón comenzamos a arrastranos, fue la primera lección de la milicia. Nos querían decir que a partir de ese momento eramos nada, sin voluntad o iniciativa, sujetos al despotismo más absoluto y la dignidad perdida para siempre.
Esa era la llamada "disciplina" de un ejército decimonónico, solo carne de cañón, del que disfrutaba aquel brigadier bajito.
Algunos compañeros enloquecieron con la tensión diaria de ser culpables de algo que no sabíamos, pero cuyo castigo caería en algún momento inesperado.
Pasaron tres años y pude salirme pretextanto una enfermedad (pielitis en los riñones ????). Pasaron muchos años antes de curarme, aunque fuera parcialmente, del horror. Por eso cuando vino el golpe ya sabía lo que se aplicaría a nivel de país.
El brigadier bajito fue escalando, estudió en Panamá cómo eliminar a sus compatriotas, y olvidar que esas armas le habían sido dadas en un pacto con la sociedad civil, pero no para dirigirlas contra esa misma sociedad.
Siguió bajito el brigadier, pero cada vez más perro rabioso.
Fue parte de la Dina y hoy está condenado por una serie de asesinatos, de los que pretende defenderse diciendo que era un empleado público que siguió órdenes. La misma tentativa defensiva de los nazis. Olvidaba que en los reglamentos existe un término, una palabra ante una orden considerada injusta o arbitraria, especialmente para un oficial : representar la orden verbal y por escrito para dejar constancia de la disconformidad. ¿Acaso representó alguna vez una orden de matar, torturar o hacer desaparecer un ciudadano ?
Estudió para comando y fuerzas especiales, para poder esconderse en las faldas de una amiga en Vitacura, finalmente fue detenido sin que pudiera dar un mordizco.
Triste y trágico para el brigadier bajito llegar al final de la vida habiendo sido engañado por sus superiores y por las academias extranjeras donde estudió con ahinco la doctrina del enemigo interior, monstruosa deformación de la vida política de un país.
Y ahí está en la perrera, con otros animales peligrosos como él y para recordarnos que el perro que ladra a veces también muerde.
General bajito Iturriaga: ustedes no pertenecen a un orden especial, a algo diferente del resto de la sociedad, no son especiales, forman parte de un todo que se llama país, donde cada uno cumple una función en armonía con el todo. El amor al país y lo que llaman ostentosamente honor, está en todos, no es un priviliegio de los que visten con botones dorados. Equivocó su camino al convertir el ejército de todos en fuerza de ocupación de algunos.